El trabajo corporal y la integración emocional


¿Qué es la emoción?
Emoción deriva del verbo latín emovere, que tiene que ver con la idea de hacer mover, podríamos decir que se trata de algo que nos saca del estado habitual. A mí personalmente me fascina imaginar la emoción cómo el motor del cuerpo, me gusta pensar que nos movemos porque nos emocionamos.
 
Cómo comentábamos en el anterior artículo, la emoción es algo complejo que se escapa de la mera percepción de las sensaciones, pasa por los terrenos físicos, entra en los espacios de la imaginación, genera cambios en la función fisiológica pudiendo modificar el flujo sanguíneo, la temperatura corporal, alterar la respiración, y como comentábamos las emociones también inciden en nuestro estado y conducta, llevándonos a estados relajación, de expansión, de estrés, agresivos o de llanto… Es difícil dar una definición precisa de lo que es la emoción, puesto que todavía es un debate abierto en psicología y neurociencia.
 
Muchas veces confundimos la consciencia corporal con la emoción. Una buena consciencia corporal nos ayuda a comprender mejor nuestras emociones, pero son cosas distintas, como comentábamos en el anterior articulo ¿qué es la consciencia corporal? que puedes leer aquí. Una emoción implica la combinación de sensaciones corporales distintas, pongamos un ejemplo: Cuando experimentamos la vergüenza podemos percibirla con sensaciones parecidas a un nudo en el estómago, y calor y rubor en las mejillas u orejas. Algo parecido pasa con la timidez dónde además nos mostramos cabizbajas, evitamos el contacto visual, y nuestra respiración se acorta. Vayamos al otro lado ¿qué le sucede al cuerpo cuando experimentamos el orgullo?, la barbilla se levanta, alargamos el cuello, el pecho se ensancha y la respiración es amplia. Como puedes observar la experiencia de una emoción suma 2 o más sensaciones corporales.
 
Este punto es especialmente importante en el proceso terapéutico y la integración emocional, puesto que cuando somos capaces de reconocer las sensaciones que asociamos a una emoción en concreto, nos permite identificar mejor las emociones que estamos experimentando y poder dar una respuesta de regulación emocional que nos permita transitar ese suceso que nos desestabiliza desde un lugar más seguro y empoderado.
Es importante también saber que cada persona experimenta de un modo único las emociones, no existe mejor manual de las emociones que conocerse a una misma.
 
¿Qué es la Consciencia emocional?
Si en el anterior artículo hablábamos de la consciencia corporal cómo esa capacidad de comprender como respondemos física y sensorialmente ante los estímulos que se nos presentan, la conciencia emocional es nuestra capacidad para reconocer nuestras reacciones afectivas ante esos acontecimientos. Generalmente hablamos de las emociones básicas de sorpresa, alegría, miedo, asco o aversión y tristeza.
 
A mi me gusta hablar de las emociones, puesto que las considero un concepto multidimensional, no sentimos nunca una emoción en estado puro, habitualmente conviven en proporciones distintas, alegría con un poco de miedo, tristeza con un poco de ira… esta variedad afectiva tan rica hace que no podamos juzgar a las emociones como buenas o malas, este tránsito afectivo variable tiene la función de ofrecernos, el impulso, la pausa o la reflexión ante lo que sucede.
 
Es inevitable emocionarse, y es necesario. Las emociones son energía en movimiento que va a distintas velocidades, aprender a manejarlas te permite llegar al destino que deseas, si por lo contrario se revolucionan por falta de consciencia emocional, pueden desestabilizarnos.
 
Ante el procesamiento emocional vamos a diferenciar entre la experiencia emocional y la expresión emocional. Ya sabemos que cuando experimentamos una emoción experimentamos de forma íntima, personal y única, una suma de pensamientos y de sensaciones corporales, a lo que podemos añadir una sensación de un flujo de energía que me moviliza o inmoviliza, por ejemplo, siento expansión y apertura con la alegría, depresión con la tristeza, potencia física con la ira y el miedo puede paralizarme. Pero muchas veces esta experimentación emocional no va de la mano de la expresión de la misma.
 
La expresión emocional implica la comunicación hacia afuera de la emoción, permitir el flujo de la misma hacia el exterior. Los códigos sociales, los cuidados y el respeto, o los bloqueos emocionales, muchas veces hacen que consideremos que no es adecuado expresar lo que sentimos, aunque esa energía sigue movilizándonos. Si no permitimos la expresión de las emociones, esta puede traducirse en tensión que queda almacenada o estancada en el cuerpo, y probablemente empezamos a sentirnos fatigadas, percibimos dolores musculares, o de cabeza, que no encuentran una razón física, de algún modo somatizamos las emociones no expresadas. De esto hablaremos en el siguiente artículo.
 
Para cerrar el presente artículo, me gustaría reafirmar que para lograr mayor consciencia psicoemocional se hace necesario volver al cuerpo, esta es la propuesta de la terapia somática, entender lo que nos sucede desde abajo hacia arriba. Muchas veces queremos racionalizar, pasar por la mente aquello que nos sucede, dejando a un lado lo que nos pasa a nivel físico y fisiológico, la somática comprende el ser humano como una unidad biopsicoemocional, y sostiene que el cuerpo tiene memoria, se trata de incorporar, de pasar por el cuerpo para comprender en profundidad qué nos está sucediendo o incluso qué nos sucedió.

¿Qué es la consciencia corporal?